TODO lo que escriba seguramente está sujeto a revisión y lamentablemente seguro no será para mejorar los conceptos y las cifras sino que las modificará para peor porque las informaciones que parten de los centros que debieran tener ésa responsabilidad no lo hacen y entonces, números, cifras y situaciones pasan al terreno de las hipótesis más alocadas, lo que no quiere decir que no sean corroborables, sino que a cada minuto y con cada “ vocero” o empinado funcionario o funcionaria, empeora nuestra triste realidad. Cuando más alto el rango peor información.

Partiendo de un número: 80.000, que es la cantidad de fallecimientos supuestamente por COVID pues no se discriminan las causas de muerte, es de tal magnitud, que Argentina y los argentinos debiésemos llevar una cinta negra o algún símbolo de luto por la tragedia humanitaria que sobrellevamos y que aparentemente seguirá en ascenso.

No hay cura posible que no sea mediante las diferentes vacunas por ende si no se procura la misma la posibilidad de muerte está cercana. Presumo que cada uno de nosotros hemos tenido pérdidas de familiares amigos y conocidos, así que nadie escapa al luto generalizado.

Por lo dicho, andar revoloteando detrás de una pelota es un insulto a quienes ya se fueron y un peligro para los que corren tras ella, ni qué decir de los imbéciles que se regodean en las llamadas fiestas clandestinas , ni de las turbas que se apiñan en las cercanías de canchas de fútbol o velorios aterradores, mientras los padres no pueden despedirse de sus hijos ni estos de aquellos, provincias feudales que parecen más bien estados dictatoriales como Venezuela, Cuba, Rusia,  Irán o China y no es otro que la propia Formosa acompañada por algún otro tristísimo ejemplo.

[gallery size="medium" ids="39186,39185,39184"]Lo ocurrido con las vacunas y los vacunatorios irregulares que son cientos, no debe haber figurado ni en la imagen más tenebrosa de Edgar Alan Poe y eso que escribía, según dicen, bastante pasado de “rosca”, con lo que lograba imágenes literarias de terror absoluto. Como él hay otros ejemplos pero tampoco se comparan a lo que sucede en la Argentina actual.

Claro, se comprende, si nos amigamos hasta punto inconcebible con aquellas dictaduras donde los derechos humanos son meramente declamativos, debemos parecernos lo más posible a ellos. No entiendo la causa por la cual no hay acciones de la justicia, ni de opositores, ni de iglesias ni de personas comunes que pongan freno a tanta maldad encorsetada en actitudes sectarias disfrazadas de partidos políticos o movimientos, asociaciones gremiales que no son otra cosa que fábrica de atropellos de lesa humanidad.

Cuando fue la guerra de Malvinas, muchos se refirieron a la calamidad que mandamos nuestros soldados sin armas a enfrentar a una de las potencias más grandes del mundo desde el punto de vista bélico y me pregunto:¿ nuestras máximas autoridades políticas que mandan a nuestros mayores, luego a los de mediana edad y luego a toda una población enfrentar un virus mortal sin vacunas, no es bastante parecido a los soldados sin armas? ¿Los 80.000 muertos no son a causa de ellas?; ¿y los negociados que retardaron irremediablemente vacunas y dotación de elementos técnicos y servicios médicos indispensables pero previamente acercando el beneficio de tal vacuna a viles acaparadores a quienes les cabrá llevar la mochila de la muerte de sus semejantes por salvarse ellos sin que les toque el turno pero sin que se les mueva un solo pelo de angustia?

Argentina está sub, sub vacunada, empobrecida a grados inconcebibles, fundida, quebrada y desesperada, con tranzas de sobreprecios pero los señores diputados y senadores se suben sus dietas un 40% es algo que no tiene perdón ni de Dios ni de nadie que no sea integrante del grupo de desfachatados auto premiados.

Ciertamente que se debe reconocer con todo el énfasis de nuestro espíritu y de por vida, a todos aquellos que están en la línea de fuego como son médicos, enfermeros, camilleros, paramédicos, y todos los que tengan que ver con esta lucha desigual, en la cual también pierden sus vidas, esto dicho en masculino y femenino, pero no podemos dejar pasar que hay quienes no cumplen con sus deberes sagrados al descuidar a sus pacientes, no concurrir a los llamados o no atender las líneas telefónicas.

¿No se dan cuenta que del otro lado está la desesperación más cruel?

ILUSTRACIONES.

DIME CON QUIÉN ANDAS Y TE DIRÉ QUIÉN ERES