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Cultura

Esquiú y la literatura

También invitamos que se investigue sobre todo aquello que lleve el nombre del Santo de San José de las Piedras Blancas, y de éste modo nos enteramos que prácticamente no hay punto cardinal de occidente y cercano oriente que no tenga alguna referencia a Fray Mamerto: Escuelas, colegios, instituciones, bibliotecas, publicaciones, literatura, calles, universidades, llevan su nombre y es imposible mencionar todo pues escapa no sólo a la posibilidad de espacio físico sino a capacidades humanas ( mía).

De todos modos, ya han desfilado entre otros muchos notables escritores/as y conocedores de la vida y obra del incomparable hombre del sayal: Jorge Chayep, Víctor Mamerto Russo, Juan Carlos Ponce, Pablo Almada, Hilda Angélica García, Graciela Mentasti, entre otros tantos y en el espacio de opinión, verdaderas colaboraciones al conocimiento de la figura que nos ocupa.

Entre tantos aspectos sobresalientes del propio Esquiú, sus sermones y múltiples actividades directas en la sociedad y mediante su inmensa humildad se destacan discursos, cartas pastorales, y todo cuanto se dijo y escribió en las Honras Fúnebres, se encuentran fundamentalmente en la obra de Alberto Ortiz: “ El Padre Esquiú” tomos I y II, editados en Córdoba en 1883, cuyo volumen encuadernado, como ya lo expresé otras veces, pertenecían a la biblioteca de mi abuelo paterno Juan Bautista Ocampo.

Esta obra me sirve como bibliografía vital de consulta y es de ella que surgen la mayoría de las notas de mi procedencia cuya intención no es la de ocupar lugar de los eruditos mencionados u otros sino como simple divulgador de temas que me inquietan y leo.

Era intención mía colocar en esta oportunidad:

Referencias del BOLETIN DE LA ACADEMIA ARGENTINA DE LETRAS TOMO XLVIII - N" 187-188 BUENOS AIRES 1 983

Y del mismo, dos de las alocuciones o discursos

CASTAGNINO, RAÚL H., Palabras del presidente de 'la Academia en el homenaje a fray Mamerto Esquiú ....

DERISI, Octavio N., Vida Y doctrina de fray Mamerto Esquiú. A los cien años de su ·muerte ...........•....

En una de estas exposiciones se encuentra sumamente detallado el gusto de Fray Mamerto por los autores de la literatura universal y obviamente la rama de autores teológicos que él seguía con fruición pero no me será posible por el limitado espacio y el excesivo tiempo de lectura de quienes se interesen por esta nota.

Por tanto, dejaré para otra entrega tal propósito y me limitaré a colocar la obra de nada más ni nada menos que del autor Félix Rubén García Sarmiento, conocido como RUBÉN DARÍO, el notable poeta nicaragüense.-

A Fray Mamerto Esquiú (Rubén Darío)

En elogio del ilustrísimo señor obispo de Córdoba, fray Mamerto Esquiú, O. M.

Un báculo que era como un tallo de lirios,

una vida en cilicios de adorables martirios,

un blanco horror de Belcebú,

un salterio celeste de vírgenes y santos,

un cáliz de virtudes y una copa de cantos,

tal era fray Mamerto Esquiú.

Con su mano sagrada fue a recoger estrellas.

Antes cansó su planta, dejando augustas huellas,

feliz Pastor de su país;

ahora corta del Padre las sacras azucenas;

sobre esta tierra amarga, cogía a manos llenas

las florecillas del de Asís.

¡Oh luminosas Pascuas! ¡Oh Santa Epifanía!

Salvete flores martyrum! canta el clarín del día

con voz de bronce y de cristal:

Sobre la tierra grata brota el agua divina,

la rosa de la gracia su púrpura culmina

sobre el cayado pastoral.

Crisóstomo le anima, Jerónimo le doma;

su espíritu era un águila con ojos de paloma;

su verbo es una flor.

Y aquel maravilloso poeta, San Francisco,

las voces enseñole con que encantó a su aprisco

en las praderas del Señor.

Tal cual la Biblia dice, con címbalo sonoro,

a Dios daba sus loas. Formó su santo coro

de Fe, Esperanza y Caridad:

Trompetas argentinas dicen sus ideales,

y su órgano vibrante tenía dos pedales,

y eran el Bien y la Verdad.

Trompetas argentinas claman su triunfo ahora,

trompetas argentinas de heraldos de la aurora

que anuncia el día del altar,

cuando la hostia, esa virgen, y ese mártir, el cirio,

ante su imagen digan el místico martirio,

en que el Cordero ha de balar.

Llegaron a su mente hierosolimitana,

la criselefantina divinidad pagana,

las dulces musas de Helicón;

y él se ajustó a los números severos y apostólicos,

y en su sermón se escuchan los sones melancólicos

de los salterios de Sión.

Yo, que la verleniana zampoña toco a veces,

bajo los verdes mirtos o bajo los cipreses,

canto hoy tan sacra luz;

en el marmóreo plinto cincelo mi epigrama,

y bajo el ala inmensa de la divina Fama,

¡Grabo una rosa y una Cruz!

Por Alberto Lindor Ocampo

https://www.facebook.com/albertolindor.ocampo

Beato Fray Mamerto Esquiú Catamarca historia Literatura

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