En la últimas horas ocurrió un hecho muy grave con respecto a la seguridad del gobernador de la provincia, que demuestra la falta de idoneidad de algunos funcionarios del gobierno, en este caso la del ministro de seguridad, Gustavo Aguirre, que demostró no estar a la altura de las circunstancias y si tuviera un poquito de dignidad, debería renunciar a un cargo que le queda grande.

En efecto, el primer mandatario provincial, Raúl Jalil se encontraba en el centro cultural que funciona en la casa del ex gobernador Navarro dónde fue abordado por manifestantes anti mineros, aunque la cosa no pasó a mayores por cuanto el reclamo fue hecho en forma pacífica y no hubo violencia de ningún tipo.

Y en el punto caber preguntarnos qué hubiese pasado si los manifestantes agredían al gobernador que se encontraba solo y sin custodia. Instantes después, se hicieron presentes en el lugar dos policías, número escaso para impedir que se atentara contra la figura del primer magistrado. ¿Se habrá dormido el Ministro o no conocía la agenda del gobernador? En cualquier caso, su accionar, por acción u omisión, resultó ser un fracaso, razón por la que sería oportuno que renuncie al cargo.

De éste lamentable acontecimiento podemos sacar algunas conclusiones. Enumeramos las dos principales: las enormes fallas de la organización de la custodia personal y la falta de respaldo institucional que exhibe la figura del gobernador. Debe tenerse presente que el gabinete de ministros es una ensalada de figuras, que en los hechos cotidianos de la gestión, demuestran día a día, una falta  total de cohesión.

Claro, la cuestión, no exenta de complejidad, tiene su origen indisimulado que el gobierno de Catamarca es un gobierno bicéfalo, un gobierno con dos cabezas, la ex gobernador Lucía Corpacci, que esgrime un discurso a tono con sus sucesivos mandatos y Raúl Jalil que se mueve por el andarivel del pragmatismo, que piensa totalmente distinto a Corpacci, y que al no poder imponer su tónica de gobierno, está condenado al fracaso, pues su cobertura política es baja o casi nula.

El pato de la boda en todo este entuerto no es otro que el pueblo de Catamarca. En efecto, las consecuencias de un hecho al que se es ajeno, es precisamente tener un gobierno de dos cabezas que tiran en direcciones opuestas. Algo muy parecido a lo que ocurría hasta hace poco entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, aunque ya es publico y notorio que en el gobierno nacional manda Cristina. En cambio a nivel local, Jalil se resiste pero tiene que soportar un escrache en la cara y todo tipo de epítetos, como dicen en la calle, tiene que "fumarse" las consecuencias de la política minera del corpaccismo, que consistió en hacer todo tipo de concesiones a las empresas mineras a cambio de dulce de leche, traducido sería algo así como políticos devenidos en nuevos ricos y un pueblo que clama por la falta de oportunidades, por la pobreza estructural, por las migraciones internas, por la falta de salud publica, y lo peor de todo por la contaminación ambiental sistemática, al apropiarse o intentar hacerlo, del agua.

Estas situaciones demuestran, una vez más, que una cosa es obtener el poder y otra bien distinta es tenerlo y ejercerlo con autoridad. Lo dijimos en nuestras editoriales. Jalil ganó la gobernación a lo "Pirro", ya que al asumir la gobernación se dio cuenta que no tenía "ejercito". Gobernar sin respaldo es harto difícil y si tienen dudas, pregúntenle a su entorno.

Gobierno de dos cabezas con gabinete fracturado desde el primer día, convierten a la gestión de Jalil en una entelequia cuyo desenlace final es  incierto, máxime si se tiene en cuenta un dato no menor, que es advertir que muchos funcionarios del ejecutivo esperan que a Raúl le vaya mal, ello no piensan en Catamarca, piensan en ellos y su próxima elección.

Así se presenta la realidad, un gobierno débil que transita en medio de una realidad angustiante como es la  Pandemia del Coronavirus en dónde la situación tiende a descontrolarse con más infectados y muertos cada día. Y ahora se le suma el fuerte reclamo del ciudadano de a pie que se opone a la minería y se lo hace saber a los máximes responsables por cualquier medio.

Si no se actúa a tiempo y en forma coordinada, y tampoco se hace la correcta lectura de lo que pretende la sociedad puede haber problemas muchos más graves que podamos lamentar. Está muy claro que en los pueblos del interior crece  el descontento y el mal humor, precisamente por la cabeza de Corpacci y por que Jalil no hace nada para cambiar el rumbo.