Como bien lo dijo una maestra, poetisa e ilustre vecina de Londres, doña Petrona Alaniz Acosta de Ruiz,

“No me digan lo que es

porque es obra de arte.

Herencia de nuestros viejos

que cubrían sus espaldas,

como un ritual de la vida

que de a poco se hizo carne.”

Los pobladores de Londres y Belén, de acuerdo con lo que cuenta El Folklore de Catamarca, nunca se van a poner de acuerdo dónde nació el poncho, porque todos se sienten parteros de la prenda más añeja de los Andes. Nacido hace miles de años, vistió a gran parte de los pueblos originarios. En la Argentina se han hallado restos de fibras hiladas a mano hace casi 10.000 años. Más tarde lo adoptaron gauchos y criollos, abrigó a nuestros próceres y hoy lo seguimos usando.[{adj:36457 size-medium}]Tan importante es para los catamarqueños el poncho, que desde 1954 celebran por julio la “Fiesta Nacional e Internacional del Poncho”, considerada Vicuña la “expresión cultural más importante” de la provincia. Originalmente, esta prenda típica se realizaba con fibra de vicuñas y sin teñir. Por eso, el “poncho catamarqueño” tiene “color vicuña”, es decir, marrón claro, y con guardas claras u oscuras. Según las antiguas crónicas, se hacían reuniones para esquilarlas, hilar su fibra, dar forma a los delgados hilos y tejer con ellos. En tales ocasiones también bailaban, comían y bebían, celebraban…

Desde luego, también se hacen ponchos con otros colores, tiñendo la lana con un procedimiento que “tiene su cencia” (ciencia).