El análisis de que una vez en el poder Alberto Fernández se iba a emancipar de Cristina Kirchner queda cada vez más lejano. El presidente está cada día más acorralado por el Cristinismo y eso se nota en las marchas y contramarchas en cada ápice de gestión.

El entorno de la vicepresidenta Cristina Kirchner ya no disimula las diferencias con el presidente Fernández. No está conforme con la marcha de la gestión y ahora comenzó a repetir que se equivocó en la elección del presidente, a pesar que la mayoría de las decisiones provienen del Instituto Patria, el búnker cristinista.

Cristina Kirchner le puso su sello a la elección del ministro de Justicia, que había quedado vacante tras la renuncia de Marcela Losardo, la amiga incondicional de Alberto Fernández. El rionegrino Martín Soria asumió y despejó las pocas incógnitas que quedaban sobre quién manejaba el gobierno. La elección de Soria significa entregar todo el Ministerio al cristinismo, que ya lo manejaba en los hechos a través del viceministro, Juan Martín Mena.

El jefe de Gabinete, Santiago Cafiero y la secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra, pretendían influir para que el reemplazante de Losardo fuera un hombre ligado al albertismo. Otra derrota de Cafiero dentro del gabinete.

Con la elección de Soria, el kirchnerismo duro dará dos batallas en el Congreso: la reforma del Ministerio Público Fiscal, que el gobierno quiere reemplazar y la reforma judicial. Parece que a Cristina Kirchner se le termina la paciencia y busca desenfrenadamente salvarse de las causas judiciales que la tienen contra las cuerdas.