En todas las carreras de autos existen toques, encierros, despistes y de vez en cuando vuelcos espectaculares. Y a las consecuencias políticas de un vuelco inesperado nos referimos en éste editorial.

No nos explayaremos demasiado en la crónica deportiva ocurrida en la ciudad de Paraná el 18 de enero pasado, salvo en los detalles que son importantes para el objetivo de ésta nota. El Dipy, conocido opositor del gobierno, fue invitado a participar en una categoría más profesional que las zonales donde había competido antes. Los dueños del Top Race Junior pensaron que incorporando al cantante iban a potenciar la alicaída categoría automovilística. Y en parte lo están logrando.

Luego del toque, que según los especialistas, provocó el espectacular accidente, El Dipy salió a explicar los sucedido por Twitter  “Largamos… El de adelante se queda un poco y yo me abro y lo paso por adentro mientras que el otro, con el que tuve el toque (Guttlein), también se abre por afuera… Yo levanto dos veces… Levanté todo lo que pude, pero se produce el toque”, explicó luego de resaltar la seguridad de los vehículos. También aclaró que no piso el freno porque detrás venían más pilotos “y si lo hacía hubiese sido un accidente peor de lo que fue”.

Todo el público vio la secuencia de los choques, el despiste, etc. Minutos después del espectacular accidente se supo que salvo un corredor, que fue internado por precaución, los demás pilotos resultaron ilesos. La foto de portada esta puesta al revés a propósito, así el lector puede apreciar con claridad que uno de los involucrados en el sensacional vuelco es un piloto oriundo de Avellaneda, provincia de Buenos Aires, bastante mayor para participar en una categoría “Junior” ya que tiene 48 de edad y seguramente no conoce Catamarca, aunque éste dato no es sustancial. No obstante su auto tiene una publicidad infrecuente en la zona central del país.

El Diputado provincial Hugo “Grillo” Ávila hizo un pedido a la gobernación y específicamente al Ministerio de Cultura y Turismo para que informe sobre la vinculación entre el gobierno y el auspicio a el piloto. En nuestra opinión, la presentación del legislador no merece mayores consideraciones porque es una nota extraña, carente de factibilidad administrativa, ya que se sabe cuál será la respuesta de antemano. Y el Diputado Ávila es un viejo amigo de Jalil, que por el contenido de la presentación, parece ser más un amortiguador o un para golpes del mandatario provincial, que  un denunciador serial como muchos podrían pensar. Es más sutil la cuestión.

La particularidad del piloto Axel Norman Tomada, alias “El Doctor” es que es agente publicitario de Jalil Automotores, Concesionario Renault de Catamarca cuyo nexo con el automovilismo deportivo se produce a través del corredor y empresario Pablo Peón, con vínculos parentales con la familia del Gobernador Jalil.

La concesionara “Automotores Jalil”  tiene con el piloto un “ida y vuelta”, que es un método ya tradicional de colaboración mutua que se utiliza en todo el territorio argentino para todas las categorías del automovilismo deportivo, con la anuencia implícita de la Administración Federal de Ingresos Públicos. Publicidad y facturación; sociedades comerciales; atenciones y otra devoluciones, etc. El piloto es lo de menos, fue Tomada, pero podría haber sido otro, allegado a Pablo Peón, que es quien conoce el negocio publicitario automovilístico al dedillo y nada más alejado de la realidad, pensar que la provincia pueda apoyar a un piloto de turismo en una actividad poco transparente.

Entonces los lectores podrán preguntarse: ¿Cuál es el problema? Y ahí está la clave. El problema es que Raúl Jalil no separó sus bienes antes de ser gobernador, de manera que cualquier situación que se presente, sea un auspicio de la empresa a la que perteneces o la venta de ambulancias para el gobierno, generan conflicto de intereses, ya que siempre serán sospechosas para el gran público y de hecho lo son, ya que el mandatario provincial siempre estará complicado con la ley de Ética Pública, ignorada, pero vigente.

Lo correcto hubiese sido, constituir un Fideicomiso de administración, designar un tercero como fiduciario, salir momentáneamente del Grupo Jalil  y afectar todas sus propiedades al mismo. No haberlo hecho y seguir con estas desprolijidades es preocupante no solo para el interesado sino para todos los catamarqueños que le cuesta asociar su pésima realidad con éstas frivolidades.