1- Tomar una curva cerrada a una velocidad superior a la debida. En estos casos el centro de gravedad sale de la superficie de sustentación del vehículo, es decir, de la zona de las ruedas, y el auto vuelca lateralmente.
2- Perder la adherencia, por ejemplo al pisar hielo, charcos, barro, arena o ripio. Si se clavan los frenos y se pegan volantazos en esa situación, puede suceder lo mismo que en el punto anterior.
3- Impactar a alta velocidad con un objeto bajo y lateral, como un cordón o el desnivel en el asfalto que queda cuando se pasa la fresadora en obras viales. Esto puede provocar el levantamiento del vehículo y su posterior vuelco.
4- Las distracciones. Mirar el celular hace que se pierda la atención en la conducción y que el auto se desvíe de la trayectoria. Al mirar de nuevo hacia adelante, el conductor nota que va a chocar o que se está por subir a la vereda o irse a la banquina y reacciona con pánico: lo habitual es pegar un volantazo para corregir y frenar con la máxima intensidad. Con eso lo que hace es colocar el vehículo en forma lateral y facilitar la posibilidad de vuelco.
5- Las colisiones con otro vehículo. Un impacto lateral provoca una fuerza superior que hace que el vehículo chocado se eleve y vuelque.
6- ¿Qué es el centro de gravedad? Muchos periodistas deportivos explican que Messi gambetea tan bien y a tanta velocidad porque tiene «su centro de gravedad bajo». En palabras sencillas, el centro de gravedad es el punto de intersección de las fuerzas que inciden en un cuerpo: mientras más bajo esté ubicado, más estabilidad tendrá éste. Por eso, los que tunean sus autos para correr los “bajan”, modificando su suspensión, algo que puede apreciarse cualquier noche en una autopista. Por el contrario, a más altura hay más facilidad de volcar. La carga también es un factor que incide en los vuelcos: cargas pesadas en el portaequipajes elevan el centro de gravedad. Que los neumáticos estén desinflados también conspira contra el agarre, al igual que un mal estado de la suspensión.
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