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Economía

El billete de Diego Maradona necesitará de su magia

La idea tenía su atractivo: qué mejor que homenajear al ícono del deporte popular por excelencia también con un billete en su honor y nada mejor que también lleve el 10 estampado. En realidad, la discusión de romper el techo actual del “hornero” de $ 1.000 alimentada por la inflación dura de bajar, encontró en esta oportunidad que el fallecimiento de Diego Armando Maradona le ofreció a la política monetaria que en plena pandemia encontró en la emisión monetaria la única tabla de salvación.

Ya desde finales de la gestión de Alejandro Vanoli al frente del Banco Central (2014-2015) se discutía, entonces, la conveniencia de imprimir billetes de más alta denominación que los Evita y Roca de $100 (entonces, llegaron a ser de casi US$10 oficiales). Recién con el cambio de gobierno se dio luz verde para la emisión de una nueva serie de billetes, la de los animales autóctonos y de mayor denominación: $200, $500 y $1.000. Así, el techo era de casi US$ 60. Hoy ese mismo billete equivale a la quinta parte, US$ 12 en el mercado oficial y la mitad en el informal.

La resistencia a ofrecer otros valores más altos es de política y se basa en la percepción que eso mismo validaría una inflación en alza. Por el contrario, el pedido, además de la practicidad para el usuario de a pie, es del sistema financiero que cada vez incurre en mayores dificultades logísticas para los pagos y distribución del efectivo. Hace dos años, las autoridades monetarias habían iniciado los procesos de prueba para series conmemorativas con billetes de alta denominación y tecnología de avanzada para su impresión. Se empezaría por uno de $200 como prueba y luego se irían añadiendo otros. Se llegaron a realizar pruebas de materiales, pero el deterioro económico y el cambio de aire político cambió las prioridades. Ahora, la idea de homenajear al Diez con un billete de $10.000 allanaría algunas de esas dificultades, aunque otras y en especial el factor tiempo, son imposibles de gambetear.

El diseño de un billete comienza luego su derrotero. Hay que realizarlo, probarlo y luego verificar su factibilidad en un proceso de impresión con los proveedores habituales (de tinta y de papeles de seguridad). Cuando eso culmina, se llama a una licitación, con los tiempos habituales en estos procesos para elegir al ganador que le proveerá del papel especial con la marca de agua a la Casa de la Moneda, para poder imprimirlos. La orden de compra podría salir en 120 días, si todo marcha bien y no hay impugnaciones. Además del plazo de producción, debería contabilizarse la demora del flete marítimo en llegar a Buenos Aires, por lo general 30 días. Recién cuando se despacha de la Aduana, la Casa de la Moneda puede comenzar a producirlo.
Si se quisieran tener las medidas de seguridad mínimas se incurriría en estas demoras, mayores que las consideradas al lanzar la idea. El costo, en este caso, sería lo de menos: la última licitación por 250 millones de billetes de $500 costó alrededor de US$15 millones, pero tenía una incidencia de casi 30% del flete que no era aéreo. Para el homenaje al Gran Capitán todo esto constituye una férrea defensa que, quizás, sea un desafío más para sortearla. Un homenaje adicional y de acuerdo a la tradición marodoneana.

Por Tristán Rodríguez Loredo

 

Argentina billete de 10.000 Diego Armando Maradona Magia

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