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Opinión

Qué hay detrás de la carta de CFK

Contra todas las teorías que la pintaban como un obstáculo para la búsqueda de consensos (o, inclusive, como una enemiga intensa de esas intenciones), ella defiende en su texto la necesidad de “un acuerdo que abarque al conjunto de los sectores políticos, económicos, mediáticos y sociales de la República Argentina”.

DEL BUROFAX DE MESSI AL BLOG DE CFK

A esta altura, la nota de la vicepresidenta ha sido tan comentada como el famoso burofax de Lionel Messi al Barcelona y ha suscitado numerosas (y a menudo contradictorias) interpretaciones. Algunas de estas se han centrado en minucias internistas: si la señora de Kirchner cuestionó o no a determinados funcionarios o funcionarias, si pretendió ningunear al Presidente o respaldarlo. Opinar sobre intenciones ajenas es aventurarse en terra incognita; es preferible atenerse a los hechos.

Ella misma lo recomienda, en varias líneas en las que predica el realismo: “En política no solamente es lo que uno cree, sino lo que ve e interpreta el conjunto”, señala, por ejemplo. Y, al inclinarse ante la necesidad de un consenso amplio, puntualiza, quizás hablando para muchos de sus seguidores: “Nos guste o no nos guste, esa es la realidad y con ella se puede hacer cualquier cosa menos ignorarla”.

La realidad le indica a la señora de Kirchner varias cosas: que hay una situación extremadamente crítica en el país a la que el gobierno no está consiguiendo dar respuesta; que muchos actores políticos y económicos, locales y externos, le atribuyen a ella el mando efectivo sobre el gobierno de Fernández y la consideran una traba principal para la búsqueda de una salida; que también  dentro del peronismo muchos siguen siendo reticentes ante ella,  como lo eran antes de las últimas elecciones (relación de fuerzas que le exigió a ella “haber decidido con el volumen de nuestra representación popular, resignar la primera magistratura para construir un frente político con quienes no sólo criticaron duramente nuestros años de gestión sino que hasta prometieron cárcel a los kirchneristas en actos públicos o escribieron y publicaron libros en mi contra”). De hecho, el acto de celebración del 17 de octubre -al que ella no concurrió y apenas mencionó en las redes sociales- fue imaginado como un esfuerzo para animar a Alberto Fernández a un “empoderamiento” que implícitamente requería recortar el influjo de la vicepresidente. 

“EL PRESIDENTE TITERE”

El escrito de la señora de Kirchner intenta anticipar una respuesta a esos movimientos y esas concepciones. Refuta conceptualmente la imagen de un “Fernández títere” y la crítica por poco creativa: “El relato del Presidente títere lo utilizaron con Néstor respecto de Duhalde, conmigo respecto de Néstor y, ahora, con Alberto respecto de mí”. Podría incluso haber ido más allá de esa saga casi familiar y recordar el argumento del “gobierno paralelo” empleado para jaquear a Arturo Frondizi imputándole ser manejado por Rogelio Frigerio, su amigo y asesor, pero prefirió hablar de su experiencia y, si se quiere, del sentido común: “Después de haber desempeñado la primera magistratura durante 2 períodos consecutivos y de haber acompañado a Néstor durante los 4 años y medio de su presidencia, si algo tengo claro es que el sistema de decisión en el Poder Ejecutivo hace imposible que no sea el Presidente el que tome las decisiones de gobierno. Es el que saca, pone o mantiene funcionarios. Es el que fija las políticas públicas.”

En este punto, el mensaje fáctico del mensaje de CFK podría leerse así: “Hay una situación agobiante. El que gobierna es el Presidente, no yo. Él no es ningún títere”.

Hay otro párrafo, no obstante, en los que ella parece relativizar esa idea. Por caso, cuando explica por qué Fernández llegó a la fórmula presidencial en  lo que  parece la enumeración de méritos de un candidato de una seleccionadora de personal: “Sus características personales y su experiencia política al lado de Néstor, signadas por el diálogo con distintos sectores, por la búsqueda de consensos, por su íntimo y auténtico compromiso con el Estado de Derecho -tan vulnerado durante el macrismo-, su contacto permanente con los medios de comunicación cualquiera fuera la orientación de los mismos y finalmente su articulación con todos y cada uno de los sectores del peronismo…”

El Presidente gobierna y puede tener su programa; en cualquier caso, ella recuerda las calificaciones por las que fue indicado para el puesto: buscar consensos, defender el estado de derecho, mantener las buenas relaciones con todos los medios de comunicación y articular con el peronismo.

NO ME DEJEN AFUERA

La señora, por su parte, habla desde la condición autodefinida de quienes asumen una “responsabilidad histórica”, y de “quienes expresamos la voluntad popular”

En virtud de la “responsabilidad histórica” toma la iniciativa de proponer el amplio consenso que considera impuesto por la realidad, aunque como “expresión de la voluntad popular” -particularmente, del sector del que obtiene respaldo incondicional- enumera un listado de reprobaciones: desde los empresarios de IDEA a los empresarios en general, “los factores de poder económico y mediático” y “las políticas públicas que reclaman...que conducen al desastre”. Resumidamente: la señora no quiere quedar fuera de una mesa de consenso que ve inevitable; deja en claro que el responsable de promoverlo es el Presidente: Por su parte, pretende llegar a esa instancia blindando el perfil ideológico de su sector.

Además, pone un tema exclusivo en la agenda: resolver el dilema que presenta la condición (histórica) bimonetaria de la economía argentina. Pero cualquier consenso posible requeriría que el temario mismo fuera consensuado y que todos los actores opinen y propongan. Esa será otra manifestación de la realidad.

En los hechos, la señora está, como confiesa, actuando bajo la imposición de la realidad, admite que no hay otra que consensuar con los réprobos y trata de conseguir objetivos en ese único campo de juego posible. Un campo cuyas condiciones sin duda se verán determinadas por lo que ocurra el próximo martes en las urnas de los Estados Unidos. Argentina no vota allí ni emite dólares, pero vive las consecuencias.

LA AMNISTÍA DE HALCONES Y PALOMAS

La movida de la señora de Kirchner ha alborotado el ambiente político y mediático, ha agitado al llamado círculo rojo y también dinamizó al gobierno, que empuja ahora una rápida creación del demorado Consejo Económico Social (un organismo imaginado para discutir y acordar reformas de mediano y largo plazo), se acredita algún respiro en la acuciante situación cambiaria y acaba de conseguir la aprobación del Presupuesto en la Cámara de diputados.

El efecto más notable de la propuesta lanzada por CFK es que ha penetrado inclusive en los sectores más reticentes al diálogo. No es que nadie se haya precipitado a aceptar el ofrecimiento ni que se hayan disipado las sospechas, pero lo que se observa es una discreta cautela y una actitud medianamente receptiva.

Por cierto, tanto en el seno del oficialismo como en Juntos para el Cambio ha habido siempre líneas dialoguistas, moderadas y propensas a consensuar políticas de Estado. Lo nuevo es que ahora se notan aperturas que van más allá, quizás estimuladas porque la autora de la iniciativa es quien aparecía hasta ahora como jefa de los “halcones” del oficialismo y es, más allá de las calificaciones, su principal accionista electoral.

Juntos por el Cambio, en principio, emitió un comunicado que, si bien no menciona expresamente la propuesta de la señora de Kirchner, indudablemente responde a ella. Y lo hace con tono abierto: "Los argentinos sufrimos problemas económicos y estructurales desde hace varias décadas, por eso es necesario que pensemos antes en la sociedad y el bien común de todos los argentinos que en el oportunismo y la especulación política y personal (...) Juntos por el Cambio reaccionará como lo ha hecho en estos diez meses: toda convocatoria debe darse dentro del marco de la Constitución Nacional, respetando los valores y principios republicanos, reconociendo al Congreso de la Nación y a los partidos políticos, con gestos serios y concretos que muestren una voluntad real de dialogar”.

La declaración resume puntos de vista de todas las corrientes internas de la coalición.

Desde otro costado, el de Elisa Carrió, se ha ofrecido otra señal de apertura: la dirigente cívica ha propuesto que los bloques de Juntos por el Cambio depongan su decisión de bloquear la designación de Daniel Rafecas como Procurador. Rafecas es el candidato propuesto por el Presidente y Carrió teme que, si el bloqueo continúa, el kirchnerismo senatorial termine encontrando una diagonal para entronizar a una figura de menores méritos que Rafecas, después de recortar la exigencia de mayoría especial que legalmente rige hasta ahora esa designación. Si bien la apertura de Carrió sigue encarrilada en sus posiciones intransigentemente anti-K, ahora ha acotado su blanco de repudio y ha excluido de él a Fernández: “Es mi Presidente”, declaró esta semana.

Simultáneamente han empezado a circular versiones de contactos entre personas del círculo próximo a la señora de Kirchner y dirigentes ligados a Mauricio Macri (incluyendo a Miguel Pichetto y a Patricia Bullrich).

También es interesante observar las interpretaciones que han suscitado la propuesta de la señora y estas reacciones en los medios principales.

En el diario Clarín, el columnista Claudio Savoia escribió: “La bienvenida posibilidad de un acuerdo podría incluir un lado oscuro en su letra chica: el pacto de impunidad para los graves delitos de corrupción por los que está acusada Cristina y los que podrían estorbar a Macri…. Un pacto de impunidad, convenientemente revestido de compromiso de gobernabilidad, acuerdo de la Moncloa o cualquier sello por el estilo”. Como para indicar que no se trata de una pura conjetura, el periodista de Clarín informa que “hace unos meses ya hubo contactos informales entre el jefe de asesores de Alberto, Juan Manuel Olmos, y el operador macrista Daniel Angelici. Conversaciones embrionarias (...) en reuniones políticas con empresarios (…) se habló de un posible proyecto de ley de amnistía.”

COMO EL URUGUAY NO HAY

Por raro que parezca, la palabra amnistía ha empezado a circular. El distinguido analista Carlos Pagni, de La Nación, difundió el último lunes, en su programa de TV, un resumen editado del último discurso que el ex presidente uruguayo Julio Sanguinetti dio en el Senado uruguayo, en ocasión en que también se despedía el ex colega -y rival político- José Mujica. En ese resumen resaltaban estos conceptos: “Nuestro país cultivó su libertad, cultivó sus tolerancias, vivió enormes enfrentamientos y grandes concordancias -que esto es lo más importante: detrás de cada guerra hubo una amnistía, detrás de cada guerra hubo una pacificación…”.

Se trata de un concepto significativo, considerando especialmente que los requiebros recíprocos entre Mujica y Sanguinetti han sido merecidamente elogiados como un ejemplo de civilización política frente a la amarga grieta argentina. Pero naturalmente no cabe inferir ningún corolario local de lo que seguramente fue una inclusión casual de un discurso de otra realidad.

Por otra parte, ¿puede imaginarse aquí una jugada de esa dimensión en momentos en que sectores activos de las clases medias se movilizan y hasta presionan sobre la Corte Suprema para custodiar la suerte de tres jueces? Los uruguayos son seres de otro planeta.

Jorge Raventos

Alberto Fernández CFK opinión Titere Uruguay

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