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Política

GAL Ñaupa Huasi: Fortalecimiento de pequeños ganaderos de Tafí del Valle

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En el mes de septiembre de 2017, pequeños productores ganaderos dedicados a la producción de leche y derivados lácteos comenzaron a trabajar unidos en el Grupo de Abastecimiento Local (GAL) Ñaupa Huasi , en la Comuna Rural El Mollar - Casas Viejas , del departamento Tafí del Valle.

Se trata de productores que cuentan con mano de obra familiar y pastoreos comunitarios. Tienen escasa disponibilidad de recursos forrajeros naturales durante el período invernal, que compensan con la provisión de reservas a través de siembras y cultivo de maíz y alfalfa, además de la adquisición de fardos y rollos de pasturas a un alto costo.

Los productores, desde hace 8 años, trabajan acompañados por el INTA, gestionando proyectos con financiamiento para capital de trabajo y asistencia técnica. Así lograron el establecimiento de un reglamento de uso y mantenimiento de las instalaciones del centro de manejo ganadero comunitario con grandes mejoras; la incorporación de registros productivos; el rescate e implementación de técnicas de manejo ganadero apropiadas para el tipo de explotación; y un plan sanitario instalado y ejecutado que los mantiene libre de brucelosis y tuberculosis.

En este escenario comenzó a gestarse el GAL Ñaupa Huasi con el acompañamiento del Ing. Zoot. Pablo Nicolás Estrada como promotor facilitador grupal y los Ings. Agrs. Carlos Segura y Marcela Rudelli del INTA como técnicos participantes. Como objetivos se propusieron incrementar el volumen de reservas forrajeras destinadas a la época de escasez de pasturas naturales para prolongar la producción anual; lograr un grupo fortalecido, con autonomía y autogestión para la organización en la producción y comercialización; implementar y mantener el protocolo de unidad epidemiológica libre de brucelosis y tuberculosis para definir un producto tradicional con valor agregado.

En esa búsqueda, desde hace dos años y medio, reciben capacitación y acompañamiento técnico. A la vez, trabajan en el seguimiento y evaluación de actividades productivas y la formación de paratécnicos que se involucran en los controles anuales mediante análisis para brucelosis y tuberculosis.

Para fortalecer estas acciones, los productores fueron capacitados mediante charlas y talleres sobre:

-Uso, equipamiento y mantenimiento de botiquín sanitario.

-Medidas de bioseguridad en el manejo ganadero.

-Importancia del control de enfermedades zoonóticas.

-Planificación de la cadena forrajera y alimentación estratégica.

-Valorización de la genética local por méritos productivos y sanitarios.

-Importancia del registro de precipitaciones.

-Manejo de cultivo y experimentación adaptativa de sorgo forrajero con incorporación de tecnologías.

-Confección de micro-silos con sorgo forrajero y maíz Leales 25 plus.

-Instalación y uso del boyero solar como herramienta de manejo.

Por otra parte, avanzaron en la adquisición de insumos y herramientas necesarios para alcanzar los objetivos previstos. Entre ellos, una moto guadaña para realizar el corte del forraje y una trituradora de forraje con motor a explosión para el armado de los micro-silos.

Otro logro importante fue el volumen de forraje cosechado y almacenado como reserva, tanto en el caso del sorgo forrajero como en el maíz Leales 25 plus.

La capacidad de trabajo se volvió una limitante, pero fue superada con la ‘Minga’, una tradición indígena de trabajo comunitario donde los productores se organizan y todo el grupo se ayuda entre sí para realizar las tareas de corte, acarreo, picado, embolsado y almacenamiento de los micro-silos”, explica el Ing. Pablo Estrada.

De esta manera, mediante los fondos y la asistencia técnica recibida en el marco del GAL, estos pequeños productores lograron avanzar en el status sanitario general del rodeo con trabajo, constancia y compromiso, llevando adelante un plan sanitario al día. Además, “pudieron reducir el costo de producción con la auto generación de reservas forrajeras, disminuyendo las compras comunitarias de rollos de pastura destinadas al bache forrajero de invierno, sujetas a incrementos por cuestiones de logística”, señala el promotor asesor.

También, indica que más del 80% de los productores incorporaron alternativas tecnológicas para el mejor aprovechamiento del recurso forrajero. “Y se pudo despertar el interés de los más jóvenes del grupo como hijos, nietos, sobrinos y yernos, que formaron parte de las capacitaciones y prácticas de trabajo con los animales. Así, se logró una participación activa en la producción y comercialización, entendida como una actividad importante de la economía familiar”.

Un punto clave, agrega Estrada, es cómo avanzó el grupo en el compromiso y la organización a la hora de la toma de decisiones referidas a la producción, la compra comunitaria de insumos y la comercialización.

A partir del proceso transcurrido y teniendo en cuenta que el sistema ganadero que desarrollan es de doble propósito (carne-leche), el interés a futuro está centrado en fortalecer la producción de leche y con destino a la elaboración de quesos. “Por eso, seguimos trabajando en mejorar la condición corporal de los animales, fortaleciendo la alimentación y sanidad del rodeo”, aclara Estrada.

En esta misma línea, plantea que el objetivo es lograr un ternero por vaca y por año para obtener una lactancia que pueda ser aprovechada por los productores. Lo mismo con la producción de carne, en el caso de los terneros machos con destino a engorde para el autoconsumo o ventas ocasionales.

La meta a futuro es fortalecer la producción de leche con vista en maquinas de ordeño portátiles para cada productor y salas queseras donde puedan desarrollar sus productos con todas las normas y medidas de higiene y bioseguridad, logrando dar valor agregado a un producto regional de calidad”, sostiene el promotor.

Y, agrega, que otro desafío es darle valor a la producción de carne, que sólo tiene como destino el autoconsumo y ventas informales ocasionales. “La idea es un encierre cooperativo donde todos los productores puedan llevar sus animales y, posteriormente, engordarlos para lograr una buena terminación y obtener mejores precios a la hora de la venta”.

Por último, los Ings. Rudelli y Segura del INTA destacan la articulación interinstitucional como una herramienta esencial para abordar el desarrollo de los territorios. En ese sentido, rescatan las instituciones que articularon para el avance de este proyecto: OIT Tafí del Valle y AER Simoca (INTA), a través de la participación y acompañamiento de la Ing. Zoot. Silvina Saldaño y el Med. Vet. Ramiro Méndez; Comunidad Indígena de Casas Viejas; SENASA; INTA-AUDEAS-CONADEV y Facultad de Agronomía y Zootecnia-UNT. También, la participación activa de paratécnicos de la Comunidad Indígena Casas Viejas y del técnico Gabriel Choquis de la Comunidad Indígena de Amaicha del Valle.

Economía agraria INTA tafi del valle Tucumán

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