Espinoza tenía 31 años y seis hijos. Se levantaba de madrugada todos los días para ir a trabajar. El viernes pasado, por la tarde, el trabajador rural junto a su hermano Juan Antonio Espinoza, a caballo, se dirigían hacia la casa de su madre, Gladis Herrera, en la localidad de Melcho. En medio de la nada, alejado de las miradas de los curiosos, se desarrollaba un festival de carreras cuadreras y ellos pasaron por ahí.

En ese momento personal de la comisaría se presentó y se generó un desbande. Lo que pasó a partir de ese momento, son todas versiones cruzadas. Lo único que se sabía es que Espinoza desapareció y no había rastros de él. Vecinos y amigos montaron una búsqueda por la zona para ver si lo encontraban.

La Justicia, ayer, había dejado de buscar a Luis con vida, porque ya habían pasado los seis días que marca el reglamento. Desde entonces sólo se buscaba un cuerpo. La esperanza de encontrarlo con vida era nula.

Desde que se desató el caso, quedaron detenidos nueve policías, implicados en la desaparición del joven. Tenían un pacto de silencio que se derrumbó y dos policías dieron la información de donde habían arrojado el cuerpo del jornalero.

La fiscal del caso Mónica García de Targa montó el operativo que permitió encontrar al peón, que estaba envuelto en bolsas de residuo y su cuerpo arrojado en la localidad de Alpachiri, en el límite entre Tucumán y Catamarca, en un barranco a 150 metros de profundidad. Sin los datos certeros de los policías “quebrados”, era casi imposible dar con el cuerpo de Espinoza.

El gobierno de Juan Manzur fue duramente criticado durante esta semana, ya que la policía depende directamente de él. La policía haciendo desaparecer y matando a una persona. Cualquier similitud con la dictadura no es mera coincidencia.

Por el caso, desplazaron a la cúpula policial de la Unidad Regional Sur y detuvieron a nueve efectivos de la comisaría de Monteagudo.