Como si se tratara de una película de terror, en medio de la cuarentena obligatoria, "el sistema argentino" puso en la calle a miles de jubilados que necesitan imperiosamente cobrar sus haberes, habilitar sus tarjetas, obtener el PIN para operar. El desconcierto es total. primero fue el Coronavirus, a continuación la cuarentena. Todo bien, pero quince días encerrados sin dinero empiezan a mostrar la "realidad" desnuda de ésta Argentina que duele. Y sólo hablamos de los jubilados, hay otros grupos que comienzan a sufrir más que si tuvieran fiebre o tos seca.

Las principales radios y diarios de todos el país dan cuenta desde las primeras horas de la mañana, el desastre social y humanitario que se esta produciendo en casi todo el país, producto del desorden y la inexperiencia para manejar situaciones de catástrofe y emergencia social y sanitaria.

El primer escollo con que se encontraron las autoridades de ANSES fue que resultaba imposible cumplir con la cuarentena con el sistema de manejo de dinero en efectivo que hay en la mayoría de la clase pasiva. Ni éste gobierno ni ningún otro han sabido corregir la cuestión del uso del dinero efectivo y su reemplazo por la cómoda tarjeta de débito.

Para colmo de males, los jubilados que no encuentran la forma de hacerse del dinero para atender sus necesidades primarias, encuentran un nuevo escollo en la organización bancaria. Desde ayer a la tarde comenzaron a formarse largas filas en las inmediaciones de los bancos donde habitualmente cobran los jubilados, como el Banco Nación, Banco Piano o Banco de Santiago del Estero. Esta mañana las colas alcanzaban una longitud importante, en tanto que los empleados de las sucursales anunciaron por cartelería que el cierre se produciría a las 14 horas, atendiendo solo a los ingresados hasta ese momento, algo así como 1500 personas, dependiendo el tamaño de la sucursal.

Cabe preguntarse si es esta la forma de atender a la clase pasiva teniendo en cuenta que la pandemia mundial de coronavirus es selectiva en cuanto a los grupos etarios. Se sabe que esos grupos están mayoritariamente compuestos por personas mayores de entre 70 y 90 años. Es decir que el Estado Argentino obliga a las personas con mayor riesgo de contraer el Coronavirus a realizar largas filas para atender a sus necesidades básicas, poniendo en peligro a toda la población.

Sin dudas que la situación planteada y que está ocurriendo en este preciso momento, da para pensar y también ¿por qué no?, alarmarse. Nos han llegado reportes de que los municipios del gran Buenos Aires, están llevado recursos de asistencia sanitaria y hasta camas a la vía pública para atender a algunas personas que a pesar de estar descompuestas se niegan a abandonar su lugares en las filas, aun sin saber si serán atendidos o no, y muchos de los cuales ni siquiera saben para qué hacen la cola después de pasar la noche a la intemperie.

Generar la salida masiva de jubilados a la calle es un gran riesgo que atenta con el éxito o no de la cuarentena impuesta obligatoriamente a toda la sociedad por el gobierno nacional. Un riesgo para ellos, nuestros ancianos, un riesgo para toda la sociedad y sobre todo un riesgo que podría haberse evitado de tener funcionarios capacitados para gobernar.