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Opinión

El auge del Covid-19 ante la Salud Pública tranzada y médicos sin escrúpulos (primera parte)

Como en La Cenicienta, irrumpe el Covid-19 y nos arrastra hacia una medianoche donde, caídas todas las máscaras, quedaron al desnudo realidades encubiertas: la salud personal en extremo vulnerable por causa de médico sin escrupulosos y la Salud Pública desmantelada.

 “Usaremos plenamente aquella Salud Pública que supimos desmantelar”

Ante la emergencia Covid-19, nuestro presidente de inmediato atinó a aunar un comité especial de expertos virólogos, epidemiólogos, e infectólogos, equipo satelital de Salud Pública para enfrentar al virus invasor. Se dice “equipo satelital” de Salud Pública pues nuestro actual Ministerio de Salud de la Nación es un ente burocrático tan inservible que el gobierno previo lo degradó a Secretaría de Salud, cuando quizás hubiese sido más sensato suprimirlo sin más por su lastimosa inutilidad.

Irónicamente, el titular del PEN hace un contundente elogio a lo extinto, y lo usa como principal fundamento para disponer cuarentena obligatoria:

Decreto Presidencial 297/2020, sobre Aislamiento Social Obligatorio

ARTÍCULO 1°: A fin de proteger la salud pública, lo que constituye una obligación inalienable del Estado nacional, se establece para todas las personas que habitan en el país, o se encuentran en él en forma temporaria, la medida de “aislamiento social, preventivo, y obligatorio” en los términos indicados en el presente decreto.

El Sr. Presidente reconoce claramente que “la Salud Pública constituye una obligación inalienable del Estado Nacional”. El sesgo falaz es que se anuncia extremar el uso de un servicio público inexistente, pues, en 1965, Argentina desmanteló integralmente su ministerio de Salud Pública, pero nadie quiere darse por enterado. Contracara de El amor en los tiempos de Cólera, por García Márquez (1985), aquí tenemos La hipocresía en los tiempos del Coronavirus.

“Al gran Pueblo Argentino: ¡Salud!” (pero solamente hasta 1965)

Día tras día precisamos agua, comida, y salud. Su interdependencia es tan obvia que cabe preguntarse: Si nadie osaría cuestionar la necesidad de ingerir comida o tomar agua, ¿por qué desagregar de ellas a la Salud, que muy específicamente las complementa para sobrevivir?

La facción política del Sr. Presidente –el peronismo- tiene el mérito de haber iniciado, entre 1946 y 1955, el sistema de Salud Pública más perfecto del mundo moderno. Sin embargo, diez años más adelante, esa misma agrupación política hizo lo inconfesable para desmembrarla. Ante ello, el Dr. A. Fernández se ve forzado a pregonar que va a utilizar todo el “Sistema Nacional de Salud”, organismo ficticio que alude a un cúmulo de instituciones ajenas al Gobierno Nacional, muletilla para emular al magistral Ministerio de Salud Pública y Acción Social, despedazado medio siglo atrás (1965), cuando nuestro actual presidente tenía siete años.

La así afirmada obligación inalienable del Estado Nacional –la Salud Pública- fue desmantelada por aquél golpe militar. Éste servicio esencial y su colosal recurso financiero público y privado resultaron asignados por la dictadura a las asociaciones gremiales (sindicatos),gigantesca coima mensual a las Obras Sociales como soborno del dictador Juan Carlos Onganía para comprar las adhesiones sindicales altirano sedicioso que irrumpió –en 1965- contra el gobierno del Dr. Arturo Illia.

Aquella traición se pagó con dinero sustancialmente más suculento que las “treinta piezas de plata” que recibió Judas para vender al Redentor: las Obras Sociales hoy perciben veinte mil ochocientos millones de dólares anuales, de los cuales el Estado Nacional contribuye con nueve mil millones de dólares anuales sin rendición de cuentas, los empleadores aportan siete mil trescientos millones de dólares anuales, y a los empleados les debitan el resto (cuatro mil quinientos millones de dólares anuales), también sin rendición de cuentas (cifras correspondientes al año 2019). Más que el robo del siglo, ésta impropia exacción es El Robo Anual de Dos Siglos, el del XX y el del XXI.

El presidente evoca que preservar una sola vida vale más que la economía, pues aquella se pierde irremediablemente mientras que la economía puede rejuvenecer. De acuerdo, Sr. Presidente, pero entonces las vidas de 45 millones de argentinos valen cuarenta y cinco millones de veces más, por lo que se aguarda que Ud.  propicie sin demoras la restauración del Ministerio de Salud Pública de la Nación, modelo sanitario de máxima calidad mundial iniciado en 1946 por el Dr. Ramón Carrillo y culminado en 1965 por el Dr. Arturo Oñativia.

Ante el Covid-19,nuestro presidente no tuvo más opción que recurrir a DNU y medidas bajo poder de policía, gendarmería, y amenaza de Estado de Sitio. Sin embargo, aunque el PEN tomase la más severa medida que la CN le permita y hasta con furia medieval (tipo Ley Marcial para arrasar a infractores o detractores), de todos modos Argentina continuaría sin tener un organismo nacional de Salud Pública integral (con red médica propia), sin tener Política Sanitaria, ni Servicio Nacional de Epidemiología, sin los cuales el PEN ni siquiera puede tener información en tiempo real del status de la salud poblacional en nuestra república, menos puede ni podría hacer Prevención Médica.El Covid-19 nos fuerza a vivenciar el Desierto Sanitario Argentino.

 El Paraíso Perdido: Salud Pública expansiva con plena Acción Social

Delos 20 años de esplendor de la Salud Pública argentina (de 1946 a 1965), subsiste la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud “Dr. Carlos G. Malbrán”. Esta añeja institución –fundada en 1916- es el único ente propio que hoy posee el Estado Nacional para combatir una debacle sanitaria, por caso, la pandemia Covid-19.

Desde un esplendor sanitario pretérito, venimos cuesta abajo, a saber:

1.--- 1946-1954: Ramón Carrillo  En 1946, el Dr. Ramón Carrillo (1906-1956) inicia lo que muy pronto sería la colosal red nacional de Salud Pública. En ése año, fue designado su Secretario y, en 1949, se crea el ministerio con Carrillo como Ministro de Salud Pública y Acción Social.  Nacido en Santiago del Estero y graduado con medalla de oro en Medicina en la UBA, el neurocirujano, neurobiólogo, y sanitarista Carillo recibió becas para perfeccionarse en Europa. A su regreso, atendiendo en el Hospital Militar, fue médico del entonces coronel J. D. Perón, con quien trabó fuerte amistad tras largas tertulias médico/paciente. La confianza de Perón en Carrillo abrió el sendero para ser llamado a la función pública cuando Perón asume en 1946.

En su gestión, el Dr. Carrillo estableció 234 hospitales y centros sanitarios gratuitos en todo el país, cúmulo complementario a hospitales, clínicas, y sanatorios pre-existentes, duplicando la cantidad total de camas clínicas de 66 mil en 1946 a 132 mil en 1954.Mediante implacables campañas sanitarias, Carrillo exterminó prontamente a enfermedades endémicas como el paludismo, el tifus, y la brucelosis, redujo en un 73% la incidencia nacional del paludismo, y llevó la mortalidad infantil de 90/1.000 (1946) a 56/1.000 (1954).

2.---1946-1952: María Eva Duarte

El mancomún entre Ramón Carrillo y María Eva Duarte se plasma con el origen humilde de ambos, y su mutua compasión hacia los desamparados. La creación de la Fundación de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón (1948) tuvo franca incidencia en que, cuando la Secretaría de Salud Pública fue elevada a ministerio (1949), éste recibe el nombre de Ministerio de Salud Pública y Acción Social. Así, en alto grado, la función del Dr. Carrillo era la faz pública de la ONG de Eva Perón en lo referente a propiciar infraestructura sanitaria y atención médica gratuita en todo el país, coincidiendo en la premisa que “sin tener acceso a servicio de salud, el desprotegido ni siquiera podrá sobrevivir para ser indigente o explotado…”.

La célebre frase del Dr. Carrillo -que le costaría enemigos y detractores- sentenciaba con crudeza que: “Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, a la angustia y al infortunio social de los pueblos, los microbios, como causa de enfermedad, son unas pobres causas…”debe haber calado muy hondo en la Sra. Eva Perón, cuya temprana muerte en julio de 1952 significó un durísimo golpe para Carrillo, perdiendo a su mejor colaboradora asistencial.

Por su infatigable labor social edificando hospitales, asilos, colonias de vacaciones, guarderías, etc., es bien merecido el icónico mural de María Eva Duarte en el edificio público de Avenida 9 de Julio y calle Moreno, en la CABA.

3.---1958-1962: Arturo Frondizi

Tras el derrocamiento de Perón en 1955, la expansión de Salud Pública se ralentizó, pues el gobierno militar rehusó –cuesta creerlo- terminar 13 hospitales públicos de alta complejidad que aún sehallaban en distintas etapas de construcción.

Durante la presidencia (1958-1962) del Dr. Arturo Frondizi, la Salud Pública retomó su auge: “Tenemos que extirpar hasta sus raíces la ignorancia, la miseria, la enfermedad, y el miedo al futuro”, pregonóFrondizial asumir su presidencia el 1/5/1958.

 4.---1963-1965: Dres. Arturo Iliia y Arturo Oñativia

La coronación de la gesta iniciada por Ramón Carrillo vendría entre 1963 y 1965, cuando dos médicos excepcionales asumieron como Presidente y Ministro de Salud Pública de la Nación, el Dr. Arturo Illia(clínico), y el Dr. Arturo Oñativia (endocrinólogo), respectivamente.

El salteño Dr. Arturo Oñativia (1914-1985), designado Ministro de Asistencia Social y Salud Pública de la Nación por el presidente Illia, ejerció desde 1963 a junio de 1965.

Oñativia fue autor de la ley de Reforma del Sistema Hospitalario Nacional y Hospitales de la Comunidad. Creó el Servicio Nacional de Agua Potable y fue propulsor de la Ley de Medicamentos-Leyes 16.462 y 16.463, llamadas ley Oñativia-que asignaba al medicamento el rol de un Bien Social al servicio de la Salud Pública y de la Sociedad.Ésta ley establecía política de precios y controles de medicamentos y de la receta según el medicamento genérico recetado. Asimismo, fijaba límites tanto para hacer publicidad de marcas de fármacos como para pagos al exterior por regalías y/o compra de insumos. Oñativia fue demasiado lejos, pues su ley de fármacos fue tildada “comunista” por los grandes laboratorios extranjeros, similarmente denostado por sector militar sedicioso-la secta extranjerizante de los “Azules”, liderada por Onganía- que había derrocado a Frondizi en 1962.

La Ley Oñativia propulsó el golpe de estado que derrocó al gobierno del Dr. Illia el 28 de junio de 1965. El primer documento firmado por el general Onganía en el día siguiente -29 de junio de 1965-al golpe perpetrado fue… emitir el decreto-ley que derogaba las leyes nacionales 16.462 y 16.463 (ley Oñativia)

Desde Carrillo a Oñativia (1946 a 1965) la profesión médica tuvo tanto auge y prestigio que, hacia el año 1965, Argentina llegó a tener un médico cada 186 habitantes nacionales, cuando en el Primer Mundo la relación actual óptima es de uno cada 600.

Pero, tal cual opera la Entropía en la Física, la inescrupulosidad fue socavando la ética médica hasta llevarla al zócalo actual de simulación y ocultamiento por parte del profesional médico, asombrosa degradación que merece un capítulo aparte (segunda parte).

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