Que Novak Djokovic salga campeón del Open de Australia hace tiempo que dejó de ser noticia, tanto que a veces nos cuesta pensar qué barbaridad debería ocurrir para que el serbio perdiera una final en su cancha favorita. Esta vez fue Thiem quien intentó la gesta, pero se le escapó el premio en los instantes finales, justo cuando el tenis pasa a un segundo plano y le mentalidad ganadora ocupa todo el escenario. Estas fueron las claves para entender por qué el de Belgrado repitió una vez más su ascenso a las alturas en la Rod Laver Arena.

1. Ganar el primer set. Eran muchas las voces que decían que las opciones de Dominic en esta final quedarían a salvo siempre y cuando se anotara la primera manga. El austriaco estuvo cerca de dar el susto de salida, pero parecía que el de Belgrado también era conocedor de este enunciado, por lo que apretó los dientes en el momento exacto para dar el primer golpe del encuentro. Novak marcó su territorio de entrada, aunque luego las acontecimientos venideros girasen bastante de sus intenciones.

2. Thiem, ligeramente cansado. Los datos mostraban una estadística que, por mucho que Dominic tenga 26 años, nos hacía preguntarnos si realmente tenía la gasolina suficiente para rendir hoy al mismo nivel que en otras rondas. Eran seis horas más en pista las que arrastraba Domi respecto a su oponente, algo que no se llegó a reflejar literalmente en la batalla, aunque sí se le vio deambulando en ciertos momentos, como buscando una energía que posiblemente gastara en sus duelos ante Bolt, Nadal o Zverev. Como decimos, no fue determinante, pero toda esa carga de esfuerzo le impidió dar ese plus que se esperaba de él en el último set.

3. Más solidez que explosividad. Está claro que eran dos estilos opuestos, ambos válidos para instalarse en la final de un Grand Slam, aunque hay veces que es necesario cambiar un poco el registro para sacar adelante juegos capitales. Djokovic supo jugar esa carta al principio y al final del encuentro, mostrando una versión más sólida y conservadora, no tan espectacular y físico como el que lucía Thiem. Esas ganas y esa fuerza que normalmente despliega el austriaco le llevó a cometer errores no forzados, regalar puntos desde el resto, cometer fallos cuando no tocaba y, por ende, entregar esa break en la quinta manga que buscaba el balcánico. A partir de ahí, ya fue demasiado tarde para la reacción.

4. Un servicio para escapar del peligro. Nos gusta mucho su agilidad, nos encanta su revés, pero hace tiempo que el servicio se convirtió en uno de los golpes referenciales para que el tenis de Novak Djokovic funcione de la manera que funciona en grandes citas. Una vez más, el que mañana lucirá como nuevo Nº1 del mundo se apoyó en este primer tiro para escapar de situaciones de presión, lograr puntos gratis y desgañitar a un Thiem que veían cómo continuamente aparecía el servicio de su rival para cerrarle la puerta. Muy posiblemente, sin esta mejora en el saque no habríamos visto ni la mitad del éxito que Nole ha cosechado en estos últimos cinco años.

5. El momento crítico. Y por encima del tenis, como siempre ocurre en este deporte, el factor mental apareció para definir la final. Ahí donde Thiem no encontró la fórmula para competir, el mismo cobijo donde Djokovic nada como pez en el agua, fortaleciendo sus habilidades en el abismo, mostrándose como un animal competitivo a la hora de la verdad, cuando aparecen os verdaderos campeones. No dudó el de Belgrado, quien agarró el break en el tercer juego de la quinta manga y a partir de ahí simplemente se limitó a recorrer la alfombra hasta la eternidad.

Fuente: Puntodebreack.com

http://www.puntodebreak.com/2020/02/02/claves-victoria-djokovic-final-del-open-australia-2020