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Opinión

Solidarios con la guita ajena

Aprobar una ley de éstas características  no es consumar un hecho sino imponer una injusticia, una más y van… muchas injusticias y postergaciones. El gobierno tiene el monopolio de la fuerza y al mismo tiempo perdió la razón.

Pueden imponer leyes, pueden aplicar alícuotas, pueden embargar, pueden todo… el poder del voto y el orden constituido otorgan esos privilegios. Pero cuando se pierde la razón, lo que antecede, pierde sustentabilidad y lo que llega es desconocido. Ni aun con modificaciones, la ley aprobada es irrazonable, injusta, artera y desigual. Hablan de solidaridad pero jamás empiezan por casa. Claro, son solidarios con la guita ajena, así cualquiera…

La ley en cuestión apunta a tres sectores bien definidos: el campo, que los irrazonables siguen pensando que pertenece a los Alzaga, Anchorena o Martínez de Hoz y a los grandes terratenientes. No muchachos, los campos ya no pertenecen a los amigos de Roca, pasaron muchos años, llegaron los gringos, los que laboran la tierra, no se confundan. Nada más alejado de la realidad pensar de ese modo. Le están metiendo la mano en el bolsillo a los chacareros, a los pequeños y medianos productores, a los que se rompen el alma de sol a sol para generar el sustento anual, su único ingreso. Están haciendo un desastre, están siendo solidarios con la guita ajena. Y encima nadie les cree nada porque se trata de los mismos que robaron un PBI entero y hoy se hacen los distraídos.

La clase media es el motor de la Argentina desde tiempos inmemoriales. Los políticos, en especial los distribucionistas de siempre, los que tienen las soluciones mágicas, que consisten en sacar recursos a los que producen, trabajan, estudian, progresan,  nuevamente optan por pegar el sablazo a la inteligencia, fuente inagotable que posee la clase media argentina para sobreponerse a todas las penurias, especialmente la que le provocan arbitrariamente los gobiernos de turno.

Por último, las víctimas elegidas para proceder con un nuevo despojo, la variable del ajuste, son los jubilados. Las más vulnerables, los que no pueden alzar su voz porque carecen de la fuerza necesaria para defenderse. El fracaso de la política y la inoperancia de los gobernantes presentes y pasados se ven reflejada en la actitud  de pegar el manotazo a los desvalidos.

Los políticos distribucionistas, que en éste bendito país, son mayoría, son los que creen que hay que ser solidarios con los que menos tienen y eligen los peores caminos. Ellos, cometen una vez más una especie de asesinato político en masa, ya que en sus decisiones, jamás los incluyen, destrozan los sueños de los campesinos, de los profesionales y comerciantes y lo más grave, de los abuelos. Hay muertes que no se ven, pero ocurren. La injusticia social es silenciosa, la que se le hace a la clase pasiva, más.

Los políticos “distribucionistas” argentinos, que, reiteramos, son muchos, jamás tuvieron la ocurrencia de terminar con los privilegios de la clase política, nunca dieron el ejemplo, no se bajan las dietas ni que los vengan degollando. Jamás un gesto. El diputado, Waldo Wolff, propuso con nula recepción por parte de sus pares, un congelamiento de las dietas de todos los políticos de la Argentina por el término de 180 días, el mismo lapso que les imponen a los jubilados. No se inmutaron, al contrario, el jefe de gabinete Santiago Cafiero salió a decir que pedir la baja o congelamiento de las dietas era pura demagogia y populismo.  ¿Esto es ser solidarios? ¡Eso es ser sabandija!

Sólo se les ocurre aumentar los impuestos para darles a los pobres que siempre son pobres por el fracaso de la gestión ellos mismo. No es que Macri dejó un tendal de pobreza. Los pobres de Macri tienen 4 años, y si aumentaron fue por razones políticas propiciadas por el peronismo incendiario; los pobres de perón tuvieron hijos, nietos y bisnietos, 70 años con la misma cantinela. Hay algo que no cierra en todo esto. Y cuando no se entiende o no entienden, bueno, en esos casos pueden ocurrir otras cosas, deberían saberlo. Cuando éramos chicos, nuestras madres siempre nos decían los peligros de “jugar con fuego”. ¿Lo recuerdan? El Kirchnerismo está jugando con fuego, está jugando con el hartazgo de la clase media, en definitiva... está jugando al límite y eso puede ser muy peligroso.

Deberían saberlo, ser solidarios con la guita ajena no es razonable, por más que aprueben una y mil leyes y están poniendo en juego la paz social.

 

 

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