La individuación del ser humano es una bendición, pues permite libertades e independencia virtualmente infinitas. Pero el estigma de nacer individuado es el interrogante de cómo vamos a poder relacionarnos con el resto de los individuos (7.500 millones) y con la misma Creación, pues no sólo lo humano es esencia viviente, sino el Universo íntegro, sean pájaros, plantas, ríos, mares, radiación ultravioleta, planetas, estrellas o galaxias.

Hace 25 siglos, el magistral Pitágoras diseñó un vocablo para describir realidad única: Cosmos.

Cosmos vendría a ser la interrelación entre lo Etéreo y lo Manifestado. En términos esotéricos (vocablo también ideado por Pitágoras), Cosmos alude al indisoluble e instantáneo vínculo entre el Creador y La Creación.

Inmersos en tal contexto integral, más que una vivencia esplendorosa, el Amor viene a ser la única vía conectiva entre cada individuo y la Creación que lo circunda y sostiene. Pues sí, el Amor es el tejido epitelial (conectivo) del Universo por el cual toda angustia, soledad, temor, y la misma “individuación del individuo” quedan pulverizadas. Finalmente, unidad dentro de la diversidad.Parece pura magia, pero es puramente real y accesible.

La tragedia es que no nos conducimos con Amor sino con Desamor que, como contracara de la energía más potente que existe, es igualmente poderosa: resentimiento, rencor, e intolerancia generando disociación bajo ira desenfrenada, un cóctel horriblemente destructivo.

La iracunda segregación llamada Feminismo es un ejemplo actual de Desamor Organizado. Raro caso de esquizofrenia masiva, la feminista declama combatir al machismo utilizando métodos machistas a ultranza, a la vez que, aborreciendo la femineidad, dice reivindicarla. De tal modo, el feminismo conforma un “tercer género”, un híbrido androide que no representa sexo alguno, nihilismo demencial infectado de la maldición tanguera: “…la vergüenza de haber sido, y el dolor de ya no ser…” (C. Gardel/ A. Le Pera, Cuesta Abajo). Parecen mujer, pero ya no son tal.

Frenético y desnaturalizado, al feminismo criollo no le conmueve ser reputadas hembras de costilla (Génesis), tampoco les preocupa la pobreza infantil (60% actual, el 76% sin la AUH), ni les interesa la desnutrición infantil (40% actual) que, por falta de aminoácidos en los primeros 20 meses de vida les hace infradotados de por vida. Menos les importa la maternidad, ni practicar la lactancia natural, ni la deficiencia educativa, ni el desguace de la salud pública, ni la corrupción gubernamental (a pesar de ser femenino el 52% del padrón electoral), ni los hacinamientos suburbanos, ni la crisis económica o la endeblez jurídica, ni la contaminación ambiental, ni la rampante delincuencia juvenil, la creciente drogadicción, o el sombrío destino nacional por tales causas. No, con pasmosa indiferencia y cinismo todo esto le tiene muy sin cuidado al feminismo pues claudicaron su femineidad, y entonces, tales calamidades que horrorizarían a toda mujer no figuran en ninguna agenda feminista, y si rara vez mencionadas, es al mero efecto decorativo en alguna pancarta o proclama.

Lo que realmente impulsa a feministas de pañuelo verde, azul, o sin pañuelo son dos objetivos excluyentes: uno práctico y el otro condenable. El primero busca preservar la integridad física (el movimiento Ni Una Menos), cuya importancia es indiscutible. Pero el principal objetivo pugna por el Cupo Femenino para acceder a la corrupción estatal en paridad, o sea, que en vez de 80/20, la nómina de corruptes sea 50/50 masculino/femenino, capturando cuantiosos sueldos, viáticos, y jubilaciones por nomás testimoniar la ineficiencia pública a expensas del Ingreso Público nacional, provincial, o municipal. En suma, el feminismo criollo no es sino un vil negocio extorsivo (Cupo Femenino) para saqueo institucional contra las finanzas públicas.

De consumarlo, obsérvese que la oferta pública de un cuerpo femenino a cambio de percibir dinero fácil, en lenguaje inclusivo o en cualquier idioma, eso se denomina Prostitución.

https://www.youtube.com/watch?v=aOUDtc_m_Hk