Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
{{dayName}} {{day}} de {{monthName}} de {{year}} - {{hour}}:{{minute}} hs.
Dólar (BNA): $836,00 / $876,00
Dólar Blue: $990,00 / $1.010,00
Dólar CCL: $ / $
Dólar MEP: $1.014,98 / $1.017,22
Peso Chileno: $87,45 / $87,65
Cultura

Al inicio del Año Jubilar, con gozo la Iglesia ordena un nuevo sacerdote

Durante la noche del lunes 9 de diciembre, el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, ordenó sacerdote al joven Javier Alberto Cisternas. La celebración se llevó a cabo en el Altar Mayor de la Catedral Basílica y Santuario de Nuestra Señora del Valle, y contó con la presencia de gran cantidad de sacerdotes del clero catamarqueño y otros de diócesis vecinas, junto con seminaristas que compartieron el periodo de formación con Javier en el Seminario Arquidiocesano de Tucumán.

El Santuario Mariano se vio colmado de fieles llegados de distintos puntos de la Diócesis de Catamarca, quienes se dieron cita para dar gracias a Dios por el don del sacerdocio y acompañar al joven catamarqueño.

En el inicio de la ceremonia, se dio lectura al decreto correspondiente, y se realizó la presentación del candidato al Obispo Diocesano, con el interrogatorio al ordenando y su aceptación a conformar parte de los sacerdotes diocesanos.

Mons. Urbanc, en el inicio de su homilía destacó como un primer regalo de la Virgen, a poco de haber concluido las fiestas en su honor y de haber iniciado el Año Jubilar Mariano, la ordenación sacerdotal de este joven. “Muchas gracias por tu Sí, Javier. También mi gratitud al papá, don Alberto, y a sus hermanas Cecilia y Nara. Y a tu mamá Nancy, que ya está gozosa en el cielo, y que desde allí te sostendrá con su materna intercesión”, dijo nuestro Obispo. A continuación extendió el agradecimiento a la parroquia del Espíritu Santo, su comunidad de origen, y a cuantos formaron parte de su crecimiento vocacional.

Más adelante, nuestro Pastor Diocesano trazó un paralelo: “Este momento de la ordenación sacerdotal es el que vivió san Pedro a orillas del lago de Galilea. Tú y Jesús de frente, sin intermediarios y con plena libertad para celebrar una alianza definitiva, ¡para siempre!”. Entonces, le pidió a Javier lo mismo que Jesús le pidió a Pedro, que apaciente a sus corderos.

Después recurrió a las enseñanzas de san Ambrosio que usó la metáfora de la Iglesia como una nave en medio de las olas, pidiéndole al ordenando que mantenga firme el timón de la fe, en medio de las fuertes tormentas del mundo, para no desviar su rumbo.

Posteriormente apeló a reflexiones de San Carlos Borromeo. Entre otros párrafos citados, señaló: “…Algún otro se queja de que, cuando va a salmodiar o a celebrar la misa, al momento le acuden a la mente mil cosas que lo distraen de Dios; pero éste, antes de celebrar la misa, ¿qué ha hecho en la sacristía, cómo se ha preparado, qué medios ha puesto en práctica para mantener la atención?... Oye lo que voy a decirte. Si ya arde en ti el fuego del amor divino, por pequeño que éste sea, no lo saques fuera en seguida, no lo expongas al viento, mantén el fogón protegido para que no se enfríe y pierda el calor; esto es, aparta cuanto puedas las distracciones, conserva el recogimiento, evita las conversaciones inútiles”.

Entonces, Mons. Urbanc afirmó: “Sépanlo, hermanos, nada es tan necesario para los clérigos como la oración mental; ella debe preceder, acompañar y seguir nuestras acciones: Salmodiaré -dice el salmista- y entenderé. Si administras los sacramentos, hermano, medita lo que haces; si celebras la misa, medita lo que ofreces… así tendremos fuerza para dar a luz a Cristo en nosotros y en los demás”.

Finalmente puso en manos de la Madre del Valle al sacerdocio de Javier,  “...que no se canse de amar a Dios y al prójimo. Que todos los días se refugie en ti por medio del rezo del Santo Rosario, y en Jesús presente en el Sagrario”, concluyó.

Continuando con la ceremonia,  Javier Cisternas prometió obediencia y respeto al Obispo y a sus sucesores, y se postró completamente en el suelo, mientras la asamblea cantaba las letanías de todos los santos. A continuación, se realizó el rito de imposición de las manos del Pastor de la Diócesis y de todos los sacerdotes presentes.

En un momento de gran emoción para el joven sacerdote, Mons. Urbanc le ungió las manos con el Santo Crisma y fue revestido por sus padrinos sacerdotes con la estola y la casulla, que lució el logo del Año Mariano Nacional, que dio inicio en la jornada del 8 de diciembre.

Enseguida, se le entregaron el Cáliz y la Patena y, con un fuerte aplauso de los presentes, pasó a formar parte de los celebrantes en el altar.

En el momento de la oración eucarística, se rezó por el alma de la mamá de Javier Cisternas; y en el ofertorio, familiares del nuevo sacerdote acercaron los dones de pan y vino al altar.

Después de la Comunión, el flamante sacerdote se consagró a la Virgen del Valle y recibió una bendición especial del Obispo.

TEXTO COMPLETO DE LA HOMILÍA

Queridos hermanos:

Después que ayer hemos celebrado a la Virgen del Valle, la Inmaculada Concepción y haber iniciado el Año Jubilar Mariano, hoy ya tenemos un primer regalo: la ordenación sacerdotal de Javier Cisternas.

Muchas gracias por tu Sí, Javier. También mi gratitud al papá, don Alberto, y a sus hermanas Cecilia y Nara. Y a tu mamá Nancy, que ya está gozosa en el cielo, y que desde allí te sostendrá con su materna intercesión.

Muchas gracias a la parroquia del Espíritu Santo, su comunidad de origen, con su párroco, el p. Granillo, y a la parroquia san Jorge con su párroco, el p. Grosso. Agradezco a los formadores del seminario mayor de Tucumán, a los párrocos de pastoral, a los profesores y todas los que de una u otra manera ayudaron a Javier en su formación humana y sacerdotal.

La primera lectura (1Pe 5,1-4) que hemos escuchado, querido Javier, te recuerda que durante toda tu formación se te ha dado la oportunidad de tener una profunda experiencia de Cristo, en especial con sus sufrimientos y con la gloria que por ellos recibió. De esto tendrás que ser testigo el resto de tu vida, apacentando el Rebaño de Dios que te sea confiado (lo has de cuidar muy bien porque no te pertenece); deberás velar por él con amor y con la mejor disponibilidad, abnegación y generosidad posibles. Que la Virgen del Valle te ayude a que jamás se te pase por la cabeza te tener algún interés distinto al de Jesucristo, el Buen Pastor y Sacerdote Eterno. Que no se te ocurra comportarte como un tirano o un manipulador, sino con los mismos sentimientos de Cristo, que no vino a ser servido, sino a servir. Sólo, siendo manso, pobre, obediente, humilde y casto como Jesús podrás recibir la corona imperecedera de la Gloria que Dios concede a los que le son fieles.

No te canses de tararear: ‘El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar; sólo Él repara mis fuerzas y me guía por el recto sendero, a nadie temeré’.

Este momento de la ordenación sacerdotal es el que vivió san Pedro a orillas del lago de Galilea (Jn 21,15-19). Tú y Jesús de frente, sin intermediarios y con plena libertad para celebrar una alianza definitiva, ¡para siempre!

Javier, hijo de Alberto y Nancy, me amas más que a ellos y que a éstos.. Apacienta mis corderos… Apacienta mis ovejas... Te aseguro que cuando eras joven tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas anciano, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras.

Sí, Javier, una vez que te consagre sacerdote, serás anciano, presbítero, y ya no te pertenecerás, serás de Cristo, serás de la Iglesia, serás de María.

Todos los 7 de diciembre recordamos al gran Padre y Doctor de la Iglesia, san Ambrosio, obispo de Milán. De él conservamos muchos escritos y entre ellos algunos sobre el sacerdocio. Por eso me permito leerte uno, y también para ustedes para que perciban mejor el misterio del sacerdocio.

“Has recibido la carga del sacerdocio. Sentado en la popa de la Iglesia, gobiernas la nave en medio de las olas que la combaten. Mantén firme el timón de la fe, para que las fuertes tormentas de este mundo no te hagan desviar de tu rumbo. El mar es ciertamente grande y dilatado, pero no temas, porque Él la fundó sobre los mares, Él la afianzó sobre los ríos.

Por ello no es de extrañar que, en medio de un mundo tan agitado, la Iglesia del Señor, edificada sobre la roca apostólica, permanezca estable y, a pesar de los furiosos embates del mar, resista inconmovible en sus cimientos. Las olas baten contra ella, pero se mantiene firme y, aunque con frecuencia los elementos de este mundo choquen con gran fragor, ella ofrece a los agobiados el seguro puerto de salvación.

Sin embargo, aunque fluctúa en el mar, se desliza por los ríos, principalmente por aquellos ríos de los que dice el salmo: ‘Levantan los ríos su voz’. Porque existen unos ríos que manan de aquél que ha tomado de Cristo la bebida y ha recibido el Espíritu de Dios. Éstos son los ríos que, por la abundancia desbordante de la gracia espiritual, levantan su voz.

Y existe también un río que se precipita entre sus santos como un torrente. Y existe un río que, como el correr de las acequias, alegra al alma pacífica y tranquila. Todo aquél que recibe de la plenitud de este río, como Juan Evangelista, como Pedro y Pablo, levanta su voz; y, así como los apóstoles pregonaron por todos los confines de la tierra el mensaje evangélico, así también éste se lanza a anunciar esa Buena Nueva del Señor Jesús. Recibe, pues, de Cristo, para que puedas hablar a los demás. Acoge en ti el agua de Cristo, aquella que alaba al Señor. Recoge el agua proveniente de diversos lugares, la que derraman las nubes de los profetas. Todo aquél que recoge el agua de los montes, el que la hace venir y la bebe de las fuentes, la derrama luego como las nubes. Llena de esta agua tu interior, para que la tierra de tu corazón quede humedecida y regada. Para llenarse de esta agua es necesaria una frecuente e inteligente lectura; así, una vez lleno, regarás a los demás. Por esto dice la Escritura: Si las nubes van llenas, vierten lluvia sobre la tierra.

Sean tus palabras fluidas y claras, de modo que tu predicación infunda suavidad en los oídos de tu pueblo y con el atractivo de tus palabras lo hagas dúctil. De este modo te seguirá de buen grado a donde lo lleves.

Tus exhortaciones estén llenas de sabiduría. Como dice Salomón: Las armas del espíritu son los labios del sabio; y, también: Tus labios estén atados por la inteligencia, es decir, que tus homilías brillen por su claridad e inteligencia, y que tus exhortaciones y tratados no tengan necesidad de apoyarse en las afirmaciones de los demás, sino que tus palabras se defiendan con sus propias armas, y que ninguna palabra vana y sin inteligencia salga de tu boca”.

Y ahora otro texto, que pertenece a San Carlos Borromeo, que también fue obispo de Milán, 1100 años después: “Todos somos débiles, lo admito, pero el Señor puso en nuestras manos los medios con que poder ayudar fácilmente, si queremos, esta debilidad. Algún sacerdote querría tener aquella integridad de vida que sabe se le demanda, querría ser continente y vivir una vida angélica, como exige su condición, pero no piensa en emplear los medios requeridos para ello: orar ayunar, evitar el trato con los malos y las familiaridades dañinas y peligrosas.

Algún otro se queja de que, cuando va a salmodiar o a celebrar la misa, al momento le acuden a la mente mil cosas que lo distraen de Dios; pero éste, antes de celebrar la misa, ¿qué ha hecho en la sacristía, cómo se ha preparado, qué medios ha puesto en práctica para mantener la atención?

¿Quieres que te enseñe cómo irás progresando en la virtud y, si ya estuviste atento en el coro, cómo la próxima vez lo estarás más aún y tu culto será más agradable a Dios? Oye lo que voy a decirte. Si ya arde en ti el fuego del amor divino, por pequeño que éste sea, no lo saques fuera en seguida, no lo expongas al viento, mantén el fogón protegido para que no se enfríe y pierda el calor; esto es, aparta cuanto puedas las distracciones, conserva el recogimiento, evita las conversaciones inútiles.

¿Estás dedicado a la predicación y la enseñanza? Estudia y ocúpate en todo lo necesario para el recto ejercicio de este cargo; procura antes que todo predicar con tu vida y costumbres, no sea que, al ver que una cosa es lo que dices y otra lo que haces, se burlen de tus palabras meneando la cabeza.

¿Ejerces la cura de almas? No por ello olvides la cura de ti mismo, ni te entregues tan pródigamente a los demás que no quede para ti nada de ti mismo; porque es necesario, ciertamente, que te acuerdes de las almas a cuyo frente estás, pero no de manera que te olvides de ti.

Sépanlo, hermanos, nada es tan necesario para los clérigos como la oración mental; ella debe preceder, acompañar y seguir nuestras acciones: Salmodiaré -dice el salmista- y entenderé. Si administras los sacramentos, hermano, medita lo que haces; si celebras la misa, medita lo que ofreces; si salmodias en el coro, medita a quién hablas y qué es lo que hablas; si diriges las almas, medita con qué sangre han sido lavadas, y así háganlo todo con espíritu de caridad; así venceremos fácilmente las innumerables dificultades que inevitablemente experimentamos cada día, ya que esto forma parte de nuestra condición; así tendremos fuerza para dar a luz a Cristo en nosotros y en los demás”.

Querida Madre del Valle, todos los días de la novena estuve rogando por Javier. Te pido que lo cuides como has cuidado a tu Hijo Jesús, y aún más, porque los tiempos que vivimos son difíciles y tramposos. Sobre todo, te pido que jamás deje la oración asidua y fervorosa, ya que allí tendrá ese contacto vivo, confiado y amical con Jesús, de quien participará en breve su sacerdocio para siempre. Que no se canse de amar a Dios y al prójimo. Que todos los días se refugie en ti por medio del rezo del Santo Rosario, y en Jesús presente en el Sagrario. Amén.

Año Jubilar Iglesia Catolica Javier Alberto Cisternas Luis Urbanc

Comentarios

Te puede interesar

Teclas de acceso