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Opinión

“Es la República, estúpido”

Con la frase del título debemos recordar el famoso eslogan de campaña que le impusieron los asesores políticos al ex presidente Bill Clinton cuando se enfrentaba a un George Bush (padre), en el mejor momento de su carrera política, con una descomunal imagen positiva, altos índices de popularidad y se aprestaba a ganar su segundo mandato. Corría el año 1992.

En Argentina, el 27 de octubre de 2019 se celebran las elecciones generales presidenciales más trascendentes de toda la vida democrática de la Nación desde que se recuperó la democracia en 1983, hace exactamente 36 años. Candidaturas a presidente aparte, lo cierto es que la elección se presenta polarizada en la primera vuelta, algo infrecuente en éste tipo de contiendas electorales.

Es que la falacia electoral comenzó con una amañada elección ideada por el kirchnerismo para debilitar a los adversarios de turno ante la inexistencia real de los partidos políticos. Una ley que debería haber sido derogada y se encuentra vigente por obra y gracia del propio peronismo, que obliga a las fuerzas políticas a dirimir sus candidaturas aunque la agrupación vaya con lista única.

El efecto que produce es exactamente el contrario al buscado. Lejos de elegir dentro de una agrupación, muestra las tendencias de una elección general e instala arbitrariamente falsos guarismos que no responden a la voluntad popular real.  Las PASO, vale la pena recalcar, no tuvieron efectos jurídicos sustanciales en ninguna de las fuerzas que pujan por la presidencia y sí tuvieron repercusión en los mercados, que es harto evidente, detestan al comunismo o como quieran disfrazarlo. Tratándose de un acto electoral sin efectos jurídicos, la fiscalización fue casi nula y los resultados fraudulentos, elocuentes. El objetivo era instalar un porcentual, que el próximo domingo confirmará que no fue expresión de la voluntad popular.

Cuenta la historia que el ideólogo de la frase del título de ésta nota, fue James Carville, estratega de la campaña electoral de Bill Clinton, quien entre otras cuestiones enfocó su estrategia política en sacar las discusiones de la campaña del ámbito internacional donde George Bush era imbatible por ese entonces, indicándole que Clinton debía plantear la estrategia exteriorizando los temas relacionados con la vida diaria de los norteamericanos, con lo cotidiano y en especial con sus necesidades más inmediatas.

La Argentina en su encrucijada electoral más trascendente, ocupa la centralidad del cono sur y observa por estas horas y con gran inquietud, los disturbios llamativamente organizados, en tiempo y oportunidad, desde el mismo momento en que las FARC anunciaron un nuevo pase a la clandestinidad, las revueltas de Perú, los falsos estallidos indígenas organizados por Rafael Correa que hicieron tambalear el gobierno de Lenin Moreno en Ecuador, con el apoyo explicito de Raúl Castro y Nicolás Maduro y en las últimas horas, los ataques incendiarios a la República de Chile, donde para evitar cualquier posibilidad de dialogo como se hizo en Ecuador, las fuerzas comunistas, conociendo la debilidades de una sociedad postergada por diversos gobiernos de uno y otro signo,  impusieron un descomunal desorden provocando la artera muerte de 15 personas. Y se sabe que negociar una tregua o establecer un dialogo con esa cantidad de muertos es muy difícil. El comunismo es experto en estas cuestiones de desestabilizar gobiernos democráticos que andan a los tumbos.

Y como si todo eso no fuera suficiente, las últimas noticias desde Bolivia daban cuenta de una reñida elección entre Evo Morales y su antiguo aliado, Carlos Mesa que en las primeras horas de la tarde del domingo indicaban que habría una segunda vuelta hasta que se instaló el fraude electoral, al día siguiente se suspendió el escrutinio y sobre el final del día la tendencia se había modificado sustancialmente a favor de Evo Morales quien ya anunciaba el triunfo en primera vuelta, mientras que su contrincante llamaba a la resistencia e insurrección popular por fraude.

En 1992, el asesor de campaña del ex presidente Bill Clinton, con el fin de mantener la campaña enfocada en un mensaje, pegó un cartel en las oficinas centrales con tres puntos escritos: Cambio vs. más de lo mismo; “La economía, estúpido” y no olvidar el sistema de salud. De las tres frases, la intermedia fue la que increíblemente torció el rumbo del electorado y terminó dándole un triunfo inesperado a Bill Clinton, que quedó en la historia como unos de los resultados más sorprendentes de EE.UU.

En Latinoamérica, luego de la caída de la Unión Soviética que dejó a Cuba al borde del colapso social, que tuvo que pedir clemencia a EE.UU. porque el embargo y la hambruna comenzaban a hacer estragos, un hecho inesperado torció el rumbo de la revolución. El advenimiento de la República Bolivariana de Venezuela con Hugo Chávez a la cabeza y los avances electorales de Luis Ignacio “Lula” da Silva en Brasil comenzaron a hacer fermentar lo que hoy conocemos como el Foro de Sao Paulo. Ambas expresiones del socialismo soviético comenzarían a concretarse, una sobre el final del siglo XX (Chávez) y la otra en el comienzo del siglo XXI  (Lula)

En efecto, en 1989, con la caída del Muro de Berlín y de la Unión Soviética (URSS), se reunieron en Sao Paulo (Brasil), con la venia de la "Internacional Comunista", muchos partidos Comunistas, Socialistas y Grupos Guerrilleros de Sudamérica, convocados por Fidel Castro. La finalidad fue establecer "nuevas estrategias", en vista que ya no habría más dinero para armas, ni para solventar movimientos guerrilleros desde la URSS. Se le llamó, el "Foro de Sao Paulo".

Entre los personajes que asistieron al "Foro de Sao Paulo" están: Lula Da Silva, Hugo Chávez, Cristina Fernández de Kirchner, Daniel Ortega, Rafael Correa, Evo Morales, López Obrador, Jesús Santrich, Elena Iparraguirre, Genaro Ledesma, Néstor Cerpa Cartollini, y otros.

¿Qué pretende el "Foro de Sao Paulo"? El Foro de Sao Paulo tiene como objetivo "recomponer" las ideas comunistas en el mundo hispano y lograr que España, Sudamérica y el Caribe se conviertan en sociedades socialistas, es decir “una Unión Soviética Hispana”.

Queda más que claro entonces que el 27 de octubre 2019, Argentina pone en juego no una elección presidencial sino su propio sistema político, el sistema Republicano, Representativo y Federal, consagrado en la Constitución Nacional, que ya estuvo jaqueado por el terrorismo insurgente, que fue vencido por la Fuerzas Armadas, que salvaron la República y se los trató de la peor manera. Nadie justifica excesos. Sólo que ahora vuelven por todos los que creemos en el sistema que garantiza la libertad y la seguridad personal. El domingo próximo ponemos en juego todo, nuestra historia, nuestro presente y nuestro futuro, el de nuestros hijos y nietos.

No es Macri o Fernández, ¡es la República, estúpido!

 

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