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Opinión

Los Vicepresidentes importan y mucho en contextos de crisis

Por Javier Cubillas (*)
Ergo, para puntualizar y para pensar en positivo, primero hay que decir que los vicepresidentes importan cuando reaseguran proyectos de coalición, alianza o semejantes. Pueden ser quienes les aporten gran parte del chasis y motor al conductor –Hoy Macri- como es en buena medida la actual conformación de Cambiemos.
En este sentido, sostengo hace bastante tiempo que hay que leer el fenómeno electoral en clave de coaliciones personales más que de frentes, partidos o sistemas. El binomio presidencial depende mucho más de sus psicologías e impulsos que de otros condimentos para su sostenimiento, por ende, la comunicación interpersonal y la pública es clave en el mantenimiento de la confianza para la gestión del gobierno nacional.

Entonces, la pregunta clave para analizar las futuras fórmulas presidenciales que lleguen a la competencia electoral es: ¿qué reaseguran?, ¿qué valores ofertan y comunican? Será una oferta de más república, o más redistribución, o volver al pasado, o reformas profundas hasta aquí no realizadas. Hay que evaluarlos.

Pero en la tesis que aquí seguimos también nos toca ver el Lado B del binomio. En este sentido y como segundo punto hay que decir que en un contexto 2020-2024 azotado por los déficits financieros, pero de darse un potencial delicado equilibrio capaz de comenzar a liberar al sector productivo para que vuelva a ocupar su capacidad instalada y ampliar sus volúmenes de exportaciones la tentación del vicepresidente de ser sucesor puede ser irrefrenable.

Aquí, la formula binómica se vuelve intrínsecamente competitiva y eso es un problema en sí mismo. Que el vicepresidente, por derecho propio, entienda que al ser parte de un gobierno de tormenta exitoso debe ser naturalmente también el próximo candidato presidencial resulta para el presidente tener que dormir con el enemigo y además despertarse para gestionar cara a cara todos los días.

Como tercer punto, si se diera un escenario de crisis en el que el vicepresidente asuma funciones, hay que recordar lo que bien nos ha explicado en sus excelentes trabajos académicos el recientemente fallecido Dr. Mario Serrafero: “la Vicepresidencia es una institución o un dispositivo de crisis. b) La Vicepresidencia no garantiza una sucesión legal – automática. c) Hace falta construir una legitimidad de reemplazo en cabeza del Vicepresidente que asume para que puede superarse la crisis institucional.

Y en la construcción de la legitimidad de reemplazo intervienen factores políticos de distintos tipos vinculados al origen institucional de la crisis, la situación político – social previa, el momento del mandato en que se produce la crisis, el estado de legitimidad del Presidente y del Vice, el grado de identificación con el Presidente, la experiencia y el estilo político del Vicepresidente” (Revista de Sociología e Política, 25 de febrero de 2017). En la elección previa del vicepresidente para la formula ya se comienzan a jugar todos estos factores.

Por si quedaba alguna duda, Serrafero agregaba oportunamente ya en el año 2003, en la salida de la mayor crisis institucional contemporánea: “Su función principal no es la presidencia del Senado (más allá de su innegable importancia), sino la de ser figura de reserva para el principal puesto del sistema político: la presidencia.” (La Nación, 25 de abril de 2003)

Finalmente, toda esta profunda reflexión sobre las dinámicas entre los gestores de poder que habilitan las reglas de juego actuales se pone en evidencia en las psicologías de los actores que pacten la coalición. De ser nadie a ser todo hay un salto de magnitudes que puede ser pergeñado con habilidad maquiavélica o puede ser un accidente de la historia. En ambos casos pidamos al menos que el binomio se encuentre a la altura de las circunstancias para los tiempos que corren y los próximos que se avecinan.

Nos queda por dar un sólo dato esperanzador en términos de proceso electoral y de análisis de candidatos. Tendremos la oportunidad de volver a evaluar a los candidatos a presidentes gracias a la Ley 27.337 que obliga la realización de dos debates: uno en Capital Federal y otro en una provincia del interior elegida por la Cámara Nacional Electoral. No perdamos la oportunidad de exigir y demandar también el poder conocer cómo piensan los futuros  Vicepresidentes de la Nación.

(*) Analista de Asuntos Públicos, Fundación Atlas para una Sociedad Libre

contexto crisis Elecciones Vicepresidente

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